Cada siete años los almonteños esperan la visita de la Virgen del Rocío. El día 19 de agosto se realizó el traslado de la aldea a Almonte y tras diez duras horas de pregrinación nocturna, entre pinares, gentío, y polvo, el pueblo de Almonte celebró su llegada entre estruendos a pleno trabucazo y un gran griterío.
El peregrino demostró, como era de esperar, pasión y fervor por esta adorada imagen.