Hoy me he encontrado con ganas para empezar una aventura creando un nuevo blog. La realidad de los fotógrafos profesionales es que no buscamos tiempo para reflexionar sobre la fotografía y si la hay es muy importante que esa reflexión sea "sobre nuestro negocio". Claro que es importante, y con los tiempos que corren ya me dirán, hay que seguir comiendo, vistiendo y educando sin llegar a ser pretencioso.
Pero la reflexión sobre la fotografía, no como profesión, sino como expresión e incluso como forma de vida, es necesaria. La evolución tanto creativa como personal del fotógrafo se basan en la experimentación, el ensayo y las vivencias que se desprenden de todas esas experiencias.
Creo que sería importante el diferenciar a groso modo dos tipos de alfabetos, dos tipos de intelectuales, el que se basa en el conocimiento adquirido a través de la documentación e información de las diferentes culturas y sus experiencias relacionadas con el medio, y el alfabeto que se basa en la percepción visual. También sujeta en la mayoría de los casos a la cultura y a las experiencias vividas en una comunidad pero con la diferencia que el lenguaje visual se comunica de otra manera, utiliza un alfabeto diferente. La imagen tiene su propia forma de comunicación, y no siempre depende de un prólogo, porque se expresa por si misma a través del lenguaje visual.
Normalmente van enlazados, y aplicados a nuestra disciplina y a la obra de un autor la documentación como conocimiento sería su biografía, dándonos la suficiente información como para entender su obra y su evolución. Y por otro lado está la obra, en muchos casos autosuficiente porque tiene vida propia y no necesita de su autor por muy apegada que el esté a ella para seguir viva.
La fotografía más documental tiene expresión propia. Con el paso del tiempo la información se va tamizando y tomando tonos cálidos, el dato se convierte en prosa y porqué no en poesía. La imagen se aleja de su progenitor porque ya no hace falta estar bajo su tutela, ella vive en si y se transforma en un tesoro que se ve pero no se toca.
Hay fotografías que al envejecer cobran sentido, que en sus principios no fueron entendidas por sus receptores, quizás por falta de experiencia en la percepción o porque lo que es verdaderamente creativo no es reconocible en primera instancia. Para el autor en muchas ocasiones resulta una carga insostenible donde la inseguridad camuflada en la profesionalidad hace verdaderos estragos en la obra, creando expresiones contaminadas de miedo por gustar o porque se pueda entender. Por ello creo que el autor debe de ser egoista en su filosofía a la hora de como expresar. Con el amaneramiento impuesto por la cultura y la comunidad donde crece tiene bastante tarea. Y no digo que esto último sea negativo y al contrario creo que es necesario, siempre que se tome como un punto de partida para seguir experimentando y no copiando. La copia en un comienzo existe, porque todos copiamos de nuestros maestros, de las cosas a las que le damos importancia, pero como en cualquier educación llega un momento en que debe haber emancipación aunque en el último sabor se deje entrever la base, de donde realmente venimos.