lunes, 31 de diciembre de 2012

Agua y sal.

Esta imagen pertenece a un proyecto en el que estoy trabajando sobre un comedor social de Sevilla. Simboliza la austeridad y crudeza en la que se desenvuelve una escena que es habitual en este tipo de centros.
Las religiosas de la residencia la Milagrosa se han esforzado durante toda una vida para dar de comer y vestir al que de verdad lo necesita, bajo un lema "la vocación". 
 El comedor social de "El Pumarejo" da alrededor de 300 comidas diarias, hasta ahora la mayoría de los asistentes eran personas que viven en la calle pero hoy en día el número de personas que tenían vidas normales y pasan necesidad, va aumentando progresivamente en estos últimos tiempos. Entre ellos se encuentran inmigrantes, en mayor número sudamericanos y africanos, y por otro lado una cantidad que es cada vez mayor de españoles. También hay un gran grupo de paisanos que no asisten a los comedores por vergüenza, sin más, pero piden comida. Son familias que han visto hipotecadas sus vidas, y se enfrentan a deudas que les son imposible de afrontar con un sueldo mínimo que  a veces se limita a una ayuda familiar. Pagan sus deudas de un sueldo precario y comen y se visten de la beneficiencia.
¿Que le dirías a tus hijos sino tienen que comer o con que vestirse?


sábado, 22 de diciembre de 2012

Momentos para recordar

A veces recuerdo cuando estabamos sentados en el jardín. Tu espíritu joven y lleno de experiencia siempre llenaba la conversación de risas, pensamientos vivos como leyendas y algo de melancolía incontenible. Era hermoso disfrutar de tu compañía. Tu cariño hacia mi era apasionado, único, me lo decías a menudo. Me encantaba entrar en casa y oler tu comida, cuando me llamabas "Joroge" o "Rojose" nos reíamos mucho, ¿recuerdas?
Han pasado algunos años desde que te fuiste, pero siempre te tendré en un sitio preferente de mi corazón, tu silla está vacía pero los recuerdos perduran y alimentan un cariño que ya es huerfano pero insustituible.

Con cariño a mi segunda "madre", Pepita.

lunes, 10 de diciembre de 2012

domingo, 9 de diciembre de 2012

Una verdadera utopía?

Hoy no tengo fotografías para enseñar.
A veces pienso, como hoy, que la fotografía se me queda grande, no se  si realmente es el diálogo más adecuado para expresar mis "cosas". Ser lo que uno decida ser necesita de un compromiso que va más allá  de hacer algo por gusto, por impulso o por que me sale así.
Para construir una ilusión se necesita trabajo desinteresado, apasionado, y creer en uno mismo. No debe haber nada que se interponga en el camino, y si lo hubiera la solución no debe afectar al fin, a la meta que te marques.
Se que es una reflexión llevada por un momento de "ansiedad fotográfica", el fotógrafo necesita de su medio, de su cámara para poder expresar sensaciones, un sentimiento, su filosofía.
El instante pasa por delante de nosotros y al echar mano a tu herramienta ves que no está. Te lo recriminas, piensas en vacío, asientes y tu disconformidad con las circunstancias en la que te encuentras sabes que terminarás justificándolo con un "otra vez será".
En otro caso, la fotografía comercial, parte de mi forma de vida más real, base del sustento de mi familia, necesita sentirse equilibrada, reforzar sus pilares para poder ofrecer productos atractivos y sugerentes. Que mis clientes compren con satisfacción asegurada, necesito de ella sin titubear, me esfuerzo cada día por sentirme a gusto, al final lo consigo. Pero por desgracia todavía no he encontrado ese punto medio donde poder disfrutar plenamente de las dos formas, como fotógrafo  de proyectos personales por un lado y de fotografía comercial por otro. Es una verdadera "putada". Se que a muchos compañeros le ocurre lo mismo.
A veces pienso que soy un fotógrafo cobarde, que el riesgo tiene su recompensa, y otras que no tengo tiempo para jugar  a ser artista, son tiempos difíciles.
Entonces, llegando al final de esta reflexión pienso que qué bonito sería que te encargaran trabajos comerciales donde pudieras mostrar tu verdadero encanto fotográfico, donde tus clientes pudieran disfrutar de un fotógrafo en estado puro, sin poner frenos a la creatividad más profunda y desenfrenada, y a veces aletargada por la falta de uso, por un lenguaje que a veces lo transformas por miedo a utilizar una forma de expresión sin retorno, que no es posible descifrar al primer golpe de vista. La fotografía tiene un fin, la comunicación.
Una verdadera utopía?